lunes, 28 de noviembre de 2016

Mil y una noches

Déjame subirte al cielo y bajarte a los infiernos.

Recorre el afilado filo de mis labios, siempre a punto de caer en el abismo sin retorno.

Recorre mis montañas nevadas y mis mesetas que te descubrirán sus duendes y sus secretos.

Busca, sin conseguir encontrar, ese punto entre tu locura y tú lucidez, acompasando tu corazón al marcando ritmo del soul. Déjame marcar en tu pecho el tintineo de mis dedos sellando el tiempo y tu obsesión.

Buscarás en cada rincón de tu cuerpo esos segundos vividos y recordados como un cuento de Las Mil y una noches, reviviendo el segundo pasado y muriendo por el futuro.

Pierdeté, una y mil veces, entre los pliegues de mis sábanas y encuéntrame en un infinito juego de escondite.

Odiaras el primero porque será el inicio de un deseo infinito y lo amarás hasta perder la sensatez en esa espiral laberíntica sin pies ni cabeza.


Añorarás el día anterior y ansiarás el futuro, siempre teniendo como horizonte el sutil deslizamiento de mis caderas que te llevará, una y cientos de veces, a ese instante de duermevela en el que las hadas y sátiros de mis secretos son menos hadas y más sátiros.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Compartiendo el mismo aire




"Sé que me deseas, lo leo en tus ojos, lo leo en tus gestos, en tus palabras, en tu boca. Quizás ha llegado el momento de que nuestras pieles se conozcan, se aprendan, jueguen y se enamoren."

Mientras te beso suavemente en la boca te desabrocho la camisa y rozándote únicamente con la punta de los dedos, te la quito. No quiero que conozcas todavía mi tacto. 

Mis labios recorren el camino de tu boca, tu barbilla, tu cuello, tu pecho. Me agacho y te desabrocho el pantalón; mirándote a los ojos te lo voy bajando muy despacio.

Oigo como tu respiración empieza a agitarse. Te quito el pantalón, lo hago agachada, y  mis ojos y mi mirada quedan por debajo la tuya. 

Me levanto muy despacio. Mis manos, apoyadas en tus muslos, van subiendo a la vez que yo lo hago, por tus caderas, tu cintura, tu pecho, tus hombros. 

Nuestros ojos están casi a la misma altura. Acercas tu boca a la mía.

-Shhhhhhh -espera. 

Te empujo sobre la cama. Mi nariz a dos milímetros de la tuya.

Me quito la camisa; botón a botón. Me quedo en ropa interior... blanca, como te gusta. Tú sigues teniendo el slip y todavía no es el momento de quitarlo.

Me siento a horcajadas, no notas mi peso pero al inclinarme sientes mi pecho acariciando el tuyo, o mejor, lo intuyes bajo el sujetador. Acerco mi boca a la tuya, compartimos el mismo aire. Casi sin rozar tu piel te beso los ojos, las sienes, la punta de tu nariz, tus orejas.

Bajo por tu cuello, rodeándolo, dejando que sientas mi aliento cálido, húmedo y sediento de tu cuerpo. Mis manos se entrelazan a las tuyas y las estiro, pegando mi pecho aún más al tuyo; mi boca más a tu piel, mi sexo más al tuyo...

Siento tu corazón como late con fuerza, con deseo, e intentas besarme pero no te dejo, paso mi lengua por tus labios.

-Eres una niña mala. ¿Esto era un masaje?
-Todavía no hemos empezado. 

Me incorporo un poco, intentas tocarme pero hoy mando yo. 

Cojo un poco de crema de la mesilla, apoyo las manos en uno de tus hombros y suavemente lo masajeo, intercalando la fuerza y las caricias. Lo recorro hasta llegar a tu mano, la cojo suavemente y la llevo a mi boca, con la punta de la lengua recorro tus dedos uno a uno. Tienes los ojos cerrados, solo quieres sentir. 

Apoyo mis manos en tus hombros y empiezo a bajarlas por tu pecho, recorriéndolo, jugando, haciendo ricitos con tu vello. Doy un tironcillo y protestas, yo sonrío... tú también.

Llego a tus pezones, con el dedo los dibujo y los recorro en espiral de fuera a dentro, los cojo suavemente entre dos dedos y lo pellizco un poquito, juego con ellos. Me miras y tus ojos me piden más.

Mis manos acarician tu abdomen y tu ombligo, bajan un poco más y se entretienen jugando con tu sexo.

Mientras, me he ido deslizando hacia tus piernas. Juego con el borde superior del slip, mi dedo toca impúdicamente parte de tu piel más sensible y me gusta, me gusta sentir como das un respingo al rozar mi mano la parte abultada de tu entrepierna. Y me gusta. Y te gusta. 

- Puedes tocarlo más si quieres.

Me río y te acaricio con más fuerza. El deseo se refleja en mis caricias, en mis ojos...

Me siento mojada, y tu slip también empieza a estarlo, pero no quiero que te lo quites todavía. Con la punta de mis dedos acaricio el interior de tus muslos, se te pone la piel de gallina. ¿Será por eso o porque sin querer he dejado que tu mano roce lo mojada que está mi braguita?

Subo pegada a tu cuerpo, acariciando con mi boca tus muslos, tu entrepierna, me entretengo un poco en ella, la siento dura y caliente. Me separo un poco.

- Fóllame.

Luna



La ventana, como una sonrisa vertical, deja entrar los rayos de luna que se posan sobre mí y secan mis lágrimas hasta que, agotada de amor, sexo y recuerdo, me quedo dormida.