Déjame
subirte al cielo y bajarte a los infiernos.
Recorre el afilado filo de mis labios, siempre a punto de caer en el abismo sin retorno.
Recorre
mis montañas nevadas y mis mesetas que te descubrirán sus duendes y
sus secretos.
Busca,
sin conseguir encontrar, ese punto entre tu locura y tú lucidez,
acompasando tu corazón al marcando ritmo del soul. Déjame marcar en
tu pecho el tintineo de mis dedos sellando el tiempo y tu obsesión.
Buscarás
en cada rincón de tu cuerpo esos segundos vividos y recordados como
un cuento de Las Mil y una noches, reviviendo el segundo pasado y
muriendo por el futuro.
Pierdeté, una y mil veces, entre los pliegues de mis sábanas y encuéntrame en un infinito juego de escondite.
Odiaras el primero porque será el inicio de un deseo infinito y lo amarás hasta perder la sensatez en esa espiral laberíntica sin pies ni cabeza.
Añorarás
el día anterior y ansiarás el futuro, siempre teniendo como
horizonte el sutil deslizamiento de mis caderas que te llevará, una
y cientos de veces, a ese instante de duermevela en el que las hadas
y sátiros de mis secretos son menos hadas y más sátiros.
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